La Biblia Reina Valera

Marcos 4

Marcos

Indice

Capítulo 5

1

 Y VINIERON de la otra parte de la mar á la provincia de los Gadarenos. 


2

 Y salido él del barco, luego le salió al encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, 


3

 Que tenía domicilio en los sepulcros, y ni aun con cadenas le podía alguien atar; 


4

 Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y los grillos desmenuzados; y nadie le podía domar. 


5

 Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, é hiriéndose con las piedras. 


6

 Y como vió á Jesús de lejos, corrió, y le adoró. 


7

 Y clamando á gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. 


8

 Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. 


9

 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos. 


10

 Y le rogaba mucho que no le enviase fuera de aquella provincia. 


11

 Y estaba allí cerca del monte una grande manada de puercos paciendo. 


12

 Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos á los puercos para que entremos en ellos. 


13

 Y luego Jesús se lo permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos, y la manada cayó por un despeñadero en la mar; los cuales eran como dos mil; y en la mar se ahogaron. 


14

 Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido. 


15

 Y vienen á Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado y vestido, y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. 


16

 Y les contaron los que lo habían visto, cómo había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos. 


17

 Y comenzaron á rogarle que se fuese de los términos de ellos. 


18

 Y entrando él en el barco, le rogaba el que había sido fatigado del demonio, para estar con él. 


19

 Mas Jesús no le permitió, sino le dijo: Vete á tu casa, á los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. 


20

 Y se fué, y comenzó á publicar en Decápolis cuan grandes cosas Jesús había hecho con él: y todos se maravillaban. 


21

 Y pasando otra vez Jesús en un barco á la otra parte, se juntó á él gran compañía; y estaba junto á la mar. 


22

 Y vino uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vió, se postró á sus pies, 


23

 Y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está á la muerte: ven y pondrás las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. 


24

 Y fué con él, y le seguía gran compañía, y le apretaban. 


25

 Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía, 


26

 Y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, 


27

 Como oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y tocó su vestido. 


28

 Porque decía: Si tocare tan solamente su vestido, seré salva. 


29

 Y luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. 


30

 Y luego Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él, volviéndose á la compañía, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 


31

 Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? 


32

 Y él miraba alrededor para ver á la que había hecho esto. 


33

 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 


34

 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva: ve en paz, y queda sana de tu azote. 


35

 Hablando aún él, vinieron de casa del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro? 


36

 Mas luego Jesús, oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente. 


37

 Y no permitió que alguno viniese tras él sino Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. 


38

 Y vino á casa del príncipe de la sinagoga, y vió el alboroto, los que lloraban y gemían mucho. 


39

 Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no es muerta, mas duerme. 


40

 Y hacían burla de él: mas él, echados fuera todos, toma al padre y á la madre de la muchacha, y á los que estaban con él, y entra donde la muchacha estaba. 


41

 Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo interpretares: Muchacha, á ti digo, levántate. 


42

 Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía doce años. Y se espantaron de grande espanto. 


43

 Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer. 


Marcos 6

 

 

 

 

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